martes, 27 de noviembre de 2012

Mi retrato (1)


Obsérvala detenidamente; tan sólo por un momento. Físicamente puedes comprobar que no es gran cosa. Es de baja estatura; su pelo es largo y dorado como el sol en primavera; sus labios rojos intentan convencer de que es fuerte y segura; sus ojos marrones vigilan cada rincón, porque tienen miedo. ¿Oculta algo? Para descifrarlo, tal vez debamos adentrarnos más allá de sus ojos o de su defensiva sonrisa.
 
Oculta que es de cristal tras una máscara de hierro. Tiene miedo de sentir dolor y por eso no puede gritar que, a veces, ella también necesita ayuda. Es humana. Comete más errores que cualquier otra persona, pero los disfraza de perfección y -por qué no decir- que, tal vez, incluso de egocentrismo.
 
Defiende lo que más le importa sin preocupación de destruir a quien se le cruce en el camino. Teme fracasar, atarse a algo que la reprima. Pero su corazón es de oro para aquellos que de verdad la conocen y gastan su tiempo en, al menos, intentarlo.
 
Intenta ser libre, siendo presa de una cárcel de apariencias.

Beatriz González
4ºB
Mi retrato (2)



Estábamos en clase de Lengua y entró un nuevo alumno bastante seguro de sí mismo. Se acercó al profesor para presentarse y darse a conocer a sus compañeros.

Era de estatura media-alta, con el pelo largo, castaño, alborotado. Ojos marrones y almendrados. Una nariz lisa y medianamente grande. Sus orejas, de tamaño normal. Cuello grueso y anchos hombros, porque era un chico grande. Grandes brazos y mullidas manos. Con un peso normal para su altura. Dos largas y gruesas piernas y unos pies como dos barcas.

Su aspecto era de una persona tranquila, agradable, nada egocéntrica, a quien no le gustan los jaleos ni las peleas; las odia. Intenta siempre evitarlas de cualquier manera, aunque sea asumiendo la culpa de cosas que no son suyas o que no ha hecho. Un poco vago y pesado, pero cuando se le llega a conocer bien, es buena persona.

Carlos Ponce de León Valencia
4ºB

lunes, 26 de noviembre de 2012

Mi retrato (3)



Su pelo marrón y liso cae sobre sus hombros. Un flequillo tapa su frente y unas gafas moradas lleva puestas. Unos ojos marrones lucen en su cara. Tiene una nariz fina. En pocas ocasiones se puede ver su sonrisa, pues la mayoría del tiempo está seria. Tiene una estatura normal: ni es alta ni baja. Sus pies y manos son normales.
 
Ella siempre es educada. No le gusta destacar. Pocas veces podemos oír su voz, porque habla poco. Durante toda su vida ha sido tímida y todavía lo sigue siendo.
 
Muy trabajadora y responsable. Ella sólo piensa en sus cosas y en lo que verdaderamente le importa. Buena amiga de sus amigos y buena persona. No le gusta hacer el mal. Luchadora: ella es capaz de hacer lo que sea para conseguir sus sueños.
 
Tiene bastantes defectos, como todas las personas. Se siente insegura bastantes veces. Con relativa frecuencia tiene miedo a la vida, pero lo oculta. No es muy expresiva; le cuesta  expresar sus sentimientos. Ella cree que la gente no la conoce de verdad. Muy pesimista; cree muchas veces que las cosas no van a ir bien.
 
 
Raquel Mejía Pradillo
4ºB
Mi retrato (4)

Es un chico alto, delgado y muy atlético. Tiene el pelo rubio ceniza, de longitud corta y con tupé, siempre muy bien peinado; nunca sale de casa teniendo un pelo fuera de su sitio. Le gusta vestir elegantemente. Es muy limpio, pulcro y ordenado.
 
Es un chico muy observador; por ello, a veces, callado. Es competitivo en grado superlativo. Muy optimista, con una fuerte voluntad para todo. Sabe comportarse de forma correcta en el sitio en el que se encuentre. Suele ser impaciente y cabezota.
 
Aunque parece tranquilo y con mucho aplomo para su edad, no es de los que se quedan quietos. Es un chico con absoluta curiosidad por todo.
 
Javier Zafra Cuevas
4ºB
Mi retrato (5)

Ella suele ser una persona bastante tranquila. Es un poco tímida con la gente a la que no conoce, pero suele coger rápida la confianza y se vuelve una persona totalmente distinta. Suele ser divertida, alegre y simpática con la gente que conoce; pero cuando se enfada, se descontrola y también suele ser una persona muy pesimista y muy cabezota. La primera impresión que suele dar es la de una chica tímida y callada. La ven como una persona serena, tranquila y muy seria.
 
En cuanto a su aspecto, tiene la tez morena, de un color oliváceo. El pelo, largo y de color caoba, oscuro y muy ondulado. Tiene la cara muy fina, con los rasgos finos también. Unas cejas negras, poco pobladas, pero algo arqueadas. Unos ojos pardos, algo almendrados, grandes y con las pestañas negras, largas y espesas. Tiene una nariz algo respingona y no muy grande, nada aguileña. Sus labios son rojos y no muy gruesos, pero tampoco finos. Debajo de la boca tiene un pequeño lunar, justo debajo de la comisura izquierda. Suele tener los mofletes con algo de color y con un lunar justamente en el centro de la mejilla derecha. Tiene el cuello esbelto y los hombros un poco anchos. Es delgada y de estatura normal.
 
Su forma de vestir es muy variada. Cuando le apetece, suele ir de calle o de deporte; por lo tanto, es una persona que suele cambiar mucho de opinión y de mirar la vida.
 
María Manzano Garrido
4ºB

miércoles, 7 de noviembre de 2012


¡Qué desastre!

 
 
(Tras la lectura de un artículo de costumbres de Mariano José de Larra, donde criticaba la falta de educación y, para ello, hacía uso de la ironía y de una acumulación hiperbólica de groserías que actuaban como cristal de aumento de una realidad que no debe pasar inadvertida y poder ser corregida, el profesor de Lengua ha invitado al alumnado a escribir un artículo de costumbres al estilo de Larra. He aquí algún ejemplo)




De comunión de mi prima iba.
 
La misa fue un auténtico desastre. Parecía que allí había tenido lugar la Tercera Guerra Mundial. Mis abuelos estaban regañando como siempre, a gritos que podían oírse hasta fuera de la iglesia. Mi madre, mientras tanto, estaba acoplando la corbata a mi padre, al tiempo que que el cura estaba consagrando el pan. Por otro lado, mis primos segundos jugaban a un escondite. Mi hermana, jugando con la Nintendo. Y las otras familias nos miraban con malas caras mandándonos callar mientras el cura gritaba silencio. Entre el gentío, los niños de comunión se reían. Las guitarras y los cantantes del coro cesaron de repente. Y nuestra familia seguía y seguía hablando, gritando, jugando entre todo ese bullicio.
 
Pero eso no fue todo. En el restaurante dimos la nota.
 
Estamos esperando la comida. Por fin, el camarero entra en la sala y resbala con una servilleta que tira mi primo al suelo. El cacharro de la sopa hirviendo cae sobre los pantalones de mi abuelo. Cuando se entera de que su piel se está quemando, se levanta y grita al camarero. Éste pide disculpas, pero a mi abuelo le gusta regañar, así que le dice que va a hablar con su jefe para que lo despida. Por primera vez, toda nuestra familia se calla de repente, formando un silencio mientras mi abuelo discute con el camarero.
 
Después de todo aquel estropicio, el caos no cesa. Otro camarero entra en la sala con una jarra de agua con la que va sirviendo a sus clientes. Mi hermana hace aspavientos con la manos, como si estuviera explicando a mi padre cómo lanzar objetos pesados. En una de ésas, da al camarero, que ducha la mesa y los platos. Mi madre grita pidiendo ayuda para secar con pequeñas toallas esa inundación. Va recibiendo las servilletas que poco a poco van calando su tela. Mientras tanto, yo estoy comiendo el trozo de pan que nos dejaron los camareros. Mi primo pequeño me imita, pero tirando grandes migas al suelo.
 
Lo siguiente no fue gran cosa y, por fin, pudimos disfrutar de una gran velada. Pero el día fue de los más completo.

MARÍA MANZANO
4º B

martes, 6 de noviembre de 2012

¡DESPIERTE, MUNDO!



Me presento hoy con lamentos y suspiros, e incluso con cólera, para protestar de mí misma y de todo eso que compone este mundo de locos no reconocidos: la humanidad, la sociedad, homicidas sin pausa; pueden llamarlo como gusten.
 
Que me llamen chiflada si así les parece, pero las modas absurdas están asaltándonos sin piedad alguna. Bullying o acoso escolar, como palabra de moda, como orgullo del acosado para alardear de fuerza y supervivencia. Suicidio, como algo natural, como cerrar los ojos y dormir eternamente entre pesadillas inacabables sólo para ser recordado con lástima e incluso temor. La anorexia, como un juego de ajedrez para que otro ser alabe, como una triste excusa para acentuar la existencia. Cortarse, como algo gracioso. Desangrar tu cuerpo y torturarte para temas relacionados con los mencionados anteriormente.
 
Me parece absurdo y descortés la manera en la que inconscientemente nos burlamos de enfermedades existentes, de muertes irreparables y de situaciones que, al no ser solicitadas, dejan cicatrices incurables.
 
Hemos llegado a un punto de no retorno en el que lo tenemos absolutamente todo y deseamos a gritos perderlo; en el que, si no nos matan, nos matamos.
 
¿Acaso tiene el mundo una disculpa a tal comportamiento? La soledad. Probablemente, nuestro mayor error sea que, a pesar de estar rodeados de miles de personas, nos sentimos solos y aislados.
 
¡Despierte, mundo! Nadie tapa su boca para que no grite y se manifieste, pero usted mismo tapa sus ojos azules para no ver lo que está ocurriendo. Si no queremos saber, ¿cómo pretendemos coexistir?
 
BEATRIZ GONZÁLEZ
4ºB