Obsérvala detenidamente; tan sólo por un momento. Físicamente puedes comprobar que no es gran cosa. Es de baja estatura; su pelo es largo y dorado como el sol en primavera; sus labios rojos intentan convencer de que es fuerte y segura; sus ojos marrones vigilan cada rincón, porque tienen miedo. ¿Oculta algo? Para descifrarlo, tal vez debamos adentrarnos más allá de sus ojos o de su defensiva sonrisa.
Oculta que es de cristal tras una máscara de hierro. Tiene miedo de sentir dolor y por eso no puede gritar que, a veces, ella también necesita ayuda. Es humana. Comete más errores que cualquier otra persona, pero los disfraza de perfección y -por qué no decir- que, tal vez, incluso de egocentrismo.
Defiende lo que más le importa sin preocupación de destruir a quien se le cruce en el camino. Teme fracasar, atarse a algo que la reprima. Pero su corazón es de oro para aquellos que de verdad la conocen y gastan su tiempo en, al menos, intentarlo.
Intenta ser libre, siendo presa de una cárcel de apariencias.
Beatriz González
4ºB
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